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Mostrando entradas de septiembre, 2021

Espejito, espejito: El sinuoso sendero de la autoestima

Ella tenía el rostro en forma de corazón, una piel pálida que se sonrojaba fácilmente, infinitas pecas salpicadas por todo su cuerpo y rulos negros, que solía sujetar con cierta flojera. La recuerdo nítida, inigualable, especial. Sin importar el espacio al que ingresara, no pasaba desapercibida. Tal vez fuera porque era bastante alta, dueña de un cuerpo imponente: pecho generoso, caderas anchas, cintura delineada, aunque no diminuta. Pero no era por ello que intrigaba, había algo extraño en todo su ser que emanaba una energía peculiar y que, incluso, provocaba cierto miedo. Si hubiera creído en brujas hechiceras, hubiese dicho con seguridad que estaba frente a una: alrededor de ella se respiraba misterio, la gente solía decir que era rara, y los perros se alejaban o le ladraban cuando la veían llegar. La conocí en mi primera juventud y tuvimos una de esas amistades intensas, pero pasajeras. Yo tendría unos veinte y ella, que era tres años mayor, me solía decir que su piel jamás se arru