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Mostrando entradas de abril, 2019

Un día dejé de confundir aceptación con resignación

El  espacio  era  ínfimo, pero en esa tarde de invierno se había estrechado aún más. Yacía en el suelo, abrazada a mis rodillas, acunando mi cuerpo con mínimos balanceos. Mi espíritu languidecía ahogado entre lágrimas, ropa, papeles y libros, que parecían querer hundirme hasta perderme, sin piedad.    ¿ Qué es lo que hacía  a h í, en aquella buhardilla extraviada en el fin del mundo y entregada al desamor?, me pregunté, sin dejar de maravillarme por la belleza en el juego de luces que se filtraba por la pequeña ventana. Tierra del Fuego tenía eso, una luz especial en horas extrañas, transparente, pura en su rutina gélida.    “Es lo que elegí”, pensé sin cesar mi llanto silencioso, “Tampoco es que estoy tan mal y, al fin y al cabo, todo siempre pasa. No es tan grave, es el camino que tomé, un compromiso del que tengo que hacerme cargo”, continué en una catarata de autoconvencimientos engañosos.   Es que en esos días todavía confundía aceptación con resignación y creí