“Un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida” - Charles Darwin.
Recuerdo el momento en el que leí esta frase, porque resultó ser una sentencia que me impactó, me sacudió emociones, me abrió las puertas hacia un viaje introspectivo y, en ese acto, inevitablemente me movilizó.
Aquellos días me encontraban frecuentemente recostada sobre la cama, con una taza de té o café al lado mío y mirando videos en Youtube. Pasaba largos momentos observando a maquilladoras profesionales internacionales volcar su magia en diversos rostros entregados a la suavidad de los pinceles y a esos trazos increíblemente transformadores.
Y en realidad, en algunos tiempos de ocio, hoy lo sigo haciendo. Los contemplo porque me relajan. Es un instante en el cual me olvido del pasado y del futuro y mi mente, en ese puro presente, queda en un blanco total.
Quizás por ello, a la frase de Darwin la ingerí como una declaración fuerte; una que hasta percibí como algo pretenciosa y enjuiciadora. Pero, también imaginé que aquel tono tal vez había sido intencional.
Pierre Bourdieu, un sociólogo que dedicó gran parte de su vida a realizar estudios sistémicos de la cotidianidad - y al que solía leer con mucha estima-, escribió alguna vez que, para generar impactos reales en las masas, los análisis sociales no debían ser tibios, ni basarse en excepciones y, como consecuencia, ser conformistas. Porque es en las observaciones intensas, estadísticas y crudas, en donde nos suenan aquellas alarmas que suelen dormir desactivadas, y que nos invitan a repensarnos y actuar para modificar realidades opresivas.
Pero, volviendo a Darwin, creo que lo más llamativo de la frase fue lo que primero pude observar que generó en mí, pero también en aquellos otros que la leyeron por primera vez: solemos hacer una asociación inmediata entre malgasto del tiempo y productividad. Es decir, interpretamos este dicho desde el punto de vista laboral y emprendedor, de estar siempre haciendo un buen uso del tiempo en relación al esfuerzo puesto en nuestra persona, en el hogar y la sociedad, al constante sentido de toda acción, a que siempre se obtenga un resultado productivo como consecuencia del buen tiempo invertido, que genere dinero, éxito y valores tangibles.
Sin embargo, luego comprendí que mi asociación se encontraba inmediatamente fusionada con esas cintas invisibles de exigencia y exitismo social que estamos acostumbrados a oír desde niños y que nos entrena para la utilidad y, por ende, para sentir culpa en el caso de que estemos siendo ociosos e improductivos a nuestros ojos presionados por las exigencias sociales.
Y fue ahí que se me hizo claro que Darwin jamás dijo a qué se refería cuando hablaba de malgastar y que, esa asociación nuestra tan espontánea, es una que tal vez debiéramos revisar.
“Un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida”, dijo él....
Me pregunto ¿en dónde creemos acaso que descansa el valor de la vida?
¿Qué es, entonces, malgastarla?
Considero que malgastar una hora no significa más que eso: poner energía en un tiempo y espacio que nos hace mal.
Y así, lo que nos hace mal pocas veces tiene que ver con estar una hora mirando el techo, otras mirando videos “superficiales”, matando zombies en un jueguito del celular o llorando todo un día las penas que necesitamos desahogar. Creo que si lo disfrutamos o lo necesitamos, si nos hace bien, entonces es un buen gasto del tiempo, porque no siempre podemos estar enchufados, productivos y pensantes. A veces, nuestra cabeza simplemente necesita descansar en la nada misma y eso, para mí, no solo es un bien gastar, sino que necesario para la salud mental.
Del lado opuesto, la constante productividad laboral y todo aquello que nuestra vidriera social normalmente entiende por no perder el tiempo, como ser el hecho de tener éxito de vida asociado a las carreras, los títulos, al poder y al dinero que estamos generando, no siempre coincide con lo que nos hace bien al alma; y, si no nos hace bien, entonces sí podríamos llamarlo malgastar, por más productivo que resulte para el resto.
De esta manera, si concluimos que la frase Darwin sobre el malgasto del tiempo refiere naturalmente a la productividad constante y no al bienestar del alma, tal vez aún estemos lejos de haber comprendido el verdadero valor de la vida.
Siento que malgastar las horas, y en ese proceso desvalorizar la vida, reposa en acciones como regalarle nuestro tiempo a personas dañinas, ser partícipes en actitudes que van en contra de nuestros principios, permanecer en amores tóxicos, dejar que un trabajo opresivo nos consuma sin realizar esfuerzo alguno por modificar las circunstancias, estancarnos en espacios en los cuales no quisiéramos estar, depositar energía en discusiones circulares, continuar con estudios y carreras por mandatos que hacen felices a otros en vez de a nosotros, realizar actividades que, en el fondo, no nos simpatizan pero las perpetuamos tan solo para agradar, invertir horas y horas para generar dinero sin tener tiempo para compartirlo ni disfrutarlo, y tanto más pero tanto más...
Y sí, a veces siento que estar horas viendo videítos, mirando el techo o jugando con aplicaciones puede ser un malgasto de mis horas. Pero únicamente lo siento cuando es tanto que ya estoy evadiendo, no me da placer y me hace mal. Identifico que me daña cuando hay algo que sé quisiera emprender, pero me la paso días y días sin accionar para transformarlo en algo posible. Entonces ya no lo disfruto, sino que me genera culpa y, por ende, sé que es un malgasto.
En cambio, si sé que día a día trabajo por mejorarme, por estar más cerca de mis sueños, por compartir con los que amo y enriquecer mi mente y mi alma de las formas más variadas, entonces ese ocio aparentemente sin sentido, se transforma en exquisito placer, en un gran disfrute y en un descanso mental necesario para poder seguir. En fin, en un buen gastar maravilloso.
Por eso, siento que los caminos del bienestar pueden ser infinitos y tienen aspectos profundos y superfluos. Que todo nuestro tiempo depositado en lugares que respetan nuestra esencia, que no nos coartan los sueños, que nos calman las ansiedades y que simplemente sentimos que nos hacen bien, es tiempo valorado.
“Un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida”, dijo Darwin.
Creo que sencillamente quiso decir que la vida es demasiado corta como invertirla en lugares que nos hacen mal, así que ¡chau!, me voy ver un video en Youtube antes de seguir trabajando. ¡Me hace feliz!
Pero, previo a eso, escucho por milésima vez este tema, que tal vez ya compartí porque me hace vibrar el alma: NADA.
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