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Quiero conquistar mi zona de confort



"Es que no quiere salir de su zona de confort"le contaba una señora a su amiga el otro día en el tren. En su rostro se dibujaba una leve sonrisa y su tono llegaba seguro, mientras gesticulaba con sus brazos con el énfasis de quien posee la fortuna de haber accedido a todas las grandes verdades de la vidaLuego, la oí en la fila del supermercado: "Y sí, siempre lo mismo para la cena, no vaya a ser que salga de su zona de confort", comentó una mujer por celular, con fastidio, casi aburrimiento. Y finalmente, me la dijeron en una reunión: "Me costó animarme a cambiar, me atacaron los miedos y el hecho de cómo todo el asunto repercutiría en mi entorno; estaba, en lo que suele llamarsezona de confort". 

Por tercera vez en cuatro días, ahí, una vez más, la frase muletilla tan de moda; la estrella del nuevo milenio, la que se cuela en lo mínimo y lo máximo, la que acecha en cada conversación y lo dice todo y no dice nada.

Confort. Pienso en confort e imagino nubes blancas, suspendidas en el aire, esponjosas y suaves; y entonces me figuro allí, recostada y más liviana que ellas, descansando mientras observo el universo, tan vasto, tan magnífico... tan emocionante. Lo puedo palpar en una hamaca paraguaya y yo ahí, con la mente serena, embebiéndome del aroma y el sonido del mar, sintiendo la brisa en mi rostro, colmada de esa paz única que obsequia la naturaleza. Me rodeo de confort en el sofá de mi casa, al lado de calor de la estufa, recostada sobre mi pareja y tapada hasta la nariz con esa manta tan agradable y que parece un peluche. 

Sí, así lo imagino y entonces pienso: me gusta el confort y me gusta mucho. Es más, no quiero salir de la zona de confort, quiero llegar a ella, conquistarla, abrazarla y, en muchas ocasiones, no puedoTan sólo lo logro en mis fantasías y en los pequeños placeres cotidianos de la vida. En los grandes desafíos, en cambio, me cuesta un poco más llegar hacia ella, hacia una zona de bienestar pleno.  

Porque en la vida, ante la posibilidad de realizar cambios trascendentales, ya sea en una relación, en activar un proyecto o ejecutar una variación laboral, me ha costado destrabar mi inacción. Sin embargo, no podría afirmar que la dificultad se debiera a no animarme a salir de mi zona de confort, simplemente porque ese lugar, ese mal estado amoroso, ese espacio no emprendedor y estático, siempre lo fue todo, menos confortable. Y fue gracias a esa incomodidad, que con esfuerzo y sin poca dificultad, en muchas ocasiones pude escapar de allí para dirigirme hacia un lugar más feliz.  

En mi vida, cuando se vuelve evidente que un cambio es necesario, duermo mal y fluyo con paso trabado; en mi cuerpo siento una penuria inexplicable, como si estuviera habitado por un intruso que se halla apegado a mi interior y que me da picazón constante. Entonces trato de calmar esa molestia adormeciéndola, pero el fastidio resurge cada vez más fuerte y persistente. Y ahí, en el pico máximo del agobio, tomo consciencia plena de que el único camino posible es desterrar al usurpador, que se alimenta, implacable, de mi espíritu. Con esa revelación ante mí, surge la convicción de que más que estar en una zona de confort, me encuentro en zona de guerra, porque el significado de confort es bienestar y holgura, y su antónimo es malestar... uno que me invita a vagar con un alma en pena. 



Definitivamente, cuando no me animo a un cambio necesario, mi intranquilidad crece hasta abarcarlo todo en mí. En ese estado, siento que estoy en un área de bloqueo y de inacción, en terreno de miedos y de molestias conscientes e inconscientes, en una realidad que me sorprende apagada y gris.  En otras palabras, me hallo en un estado poco feliz, molesto, incómodo y decididamente inconfortable.   

Para mí el lugar más confortable del universo se encuentra en esos instantes cuando logro conquistar mi paz interior. Y es hacia ese lugar que lucho cada día por llegar: hacia una zona de confort que haga honor a la expresión de forma real, sincera. Mi desafío diario es el de huir de todos aquellos mecanismos que me estancan en mares donde nado contracorriente, para así lograr ir hacia esas aguas en donde pueda fluir con naturalidad, en donde pueda sonreír de manera genuina y sentir como si descansara en esas nubes que imagino, tan esponjosas, feliz. 

A ver, no es que no entienda la idea detrás del concepto... ese que refiere a que muchas veces preferimos quedarnos en la "comodidad" de lo conocido antes que animarnos a dar ese salto de fe y volar hacia terrenos un tanto extraños, intangibles y con resultados inciertos. Pero la pregunta es sencilla: Acá donde estoy, en ese lugar familiar, ¿estoy bien? ¿Estoy verdaderamente cómodo? ¿Soy feliz? Si la respuesta es NO, entonces creo que lo que existe ahí es parálisis y temor, más que confort. Y si la respuesta es un SÍ genuino, entonces, ¿para qué correrse?  

La falta de confort en el cuerpo y alma, es la que nos impulsa como humanos a sobrevivir, a movernos hacia donde sí lo podamos hallar: de la misma manera en que huimos del frío crudo para que nos acaricie la calidez, que calmamos nuestra sed desesperante con un vaso de agua y nos sacamos la astilla que se clavó en nuestro dedo, también deseamos salir de una relación tóxica, de un trabajo maltratador y de cualquier entorno que nos provea un mal pasar. Claro que esto último es mucho más complejo, porque se juegan otras variables, pero, aun así, quiero creer que somos eternos anheladores de abandonar las incomodidades y conquistar el bienestar espiritual.  

Un bienestar que nos cuesta abrazar, porque creo más que el confort, lo que nos frena al cambio son las culpas, los juicios sociales en la mirada de los otros, las ideas instaladas que tenemos del éxito familiar y social... ese maldito temor al fracaso ante los ojos ajenos, ante el qué dirán... Y así, nos bloqueamos y nos quedamos habitando en terreno conocido, con la pseudo comodidad de no tener que mirar a nuestros miedos a los ojos y durmiendo en un colchón de espinas recubierto por un confortable edredón. Y, a ese lugar lo solemos llamar "zona de confort", un territorio que nos adormece en un falso descanso; uno que dudo mucho que nos cause ningún placer profundo ni una auténtica felicidad.  



Pero, aun con ese enorme deseo de sentirnos plenos y elegir aquello que nos hace bien, ¿por qué nos cuesta tanto? Creo que, en el fondo, ela mayoría de las ocasiones, permanecemos en el campo de la inacción por la fuerza que ejercen principalmente nuestros mecanismos de culpas, que se traducen en temores y bloqueos. Porque los cambios que tanto deseamos conquistar, no sólo nos repercuten a nosotros, sino que también se hacen eco en los otrosPreguntémonos, ¿cuántos cambios coartamos por el impacto que puedan generar en los demás? Es decir, ¿cuántos nuevos rumbos bloqueamos en pos del confort ajeno? ¿A cuántos sueños verdaderos le ponemos freno para no entristecer, enojar e incomodar a terceros? ¿Cuántas mentiras sobre nosotros mismos construimos para ser lo que otros aspiran que seamos y preservarnos del juicio y el qué dirán?  

No, no es fácil... Pero creo que allí, cuando casi nos convencemos de que es más "cómodo" no enfrentarnos a tanto, lo que nos tiene que dar coraje para el cambio, es entender que, al final del día, nuestra auténtica felicidad, aunque primero sea incomprendida o enjuiciada, terminará por alegrarle el corazón a aquellos que nos aman de verdad.    

O tal vez, simplemente esté confundida en todos estos pensamientos desordenados de hoy. Tal vez, sea más sencillo. Quizás sea cierto que no realizamos los cambios transcendentales necesarios en esta vida, porque estamos sumidos en una zona de confort. Y lo que nos reconforta es estar adormecidos en ese lecho espinoso, lo que nos da placer es vivir en permanente estado de sutil malestar... un vivir a mediasPorque mal conocido... 

Pero no lo creo, ¿o sí?    

Me despido con una de las mejores voces femeninas que escuché en mi vida... Un tema que me eriza la piel y que seguro les de mucho placer escucharlo: 


Beso, 
Cari 

Comentarios

  1. Hola Carina. Muy interesante el texto. Siempre voy siguiendo tus publicaciones.
    El tema de la "zona de confort" es otra frase armada, como lo de "aprender a soltar", "ser emprendedor", "aprender a vivir en la incertidumbre", "animarse al cambio"...y otras tantas que escuchamos por ahí. Me resultan irritantes en general, porque básicamente provienen de usinas de pensamiento liberal y conozco los casos en los que se aplica. Generalmente a los que se quedan sin trabajo.
    Obviamente es una filosofía que no me cabe ni ahí, y por eso vivo a contramano. Creo en la pareja estable, en enamorarse, en el trabajo bien remunerado, en el pensamiento crítico fruto de la educación, etc. Además no me escapo de la realidad con las series. Todo lo que ahora está mal.

    La frase de la "zona de confort" generalmente se la dicen a la gente que tiene alguna situación que no la hace feliz del todo. Estancamiento, frustración, etc. Se les dice que los problemas que tienen son su culpa y que les gusta quejarse, que se sientes confortables quejándose. Entonces nadie tiene que ser solidario ni escucharlo, y les queda mas tiempo para ser egoísta y concentrarse en sus propios asuntos. Es otra forma de romper el vínculo con el prójimo. Me tienta recaer otra vez en los textos de Zygmunt Bauman.

    Está bárbaro animarse a un cambio cuando estás mal, y salir de esa zona de no-confort. Obviamente hacer cambios que sean para mejor. Irte del trabajo cuando ya tenés otro, tener tu emprendimiento si tenés espalda económica para no andar pidiendo ayuda a los dos meses. Separarte si estás realmente seguro de que no vale la pena la relación. Encarar una relación nueva si la persona realmente vale la pena y si uno tiene la madurez psicológica de hacerlo (sino se debe avisar de entrada).

    En fin, siempre es un gusto leerte.

    Saludos

    Nico

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    Respuestas
    1. ¡Hola! ¡Veo que Bauman te llegó profundo!

      En cuanto a lo último que decís, hace poco me tocó hacerle una nota a una emprendedora para el diario y me dijo: quiero que quede claro que sólo le recomiendo animarse a emprender a aquel que tiene respaldo, apoyo externo y está seguro de aquello que tiene para ofrecer. Si es a ciegas y sin plan, no es una buena idea...

      Creo que hay que dejar de lado todas las frases hechas y proverbios ...para un lado y para el otro....(porque están esos cuentos japoneses que hablan de arreglar lo roto que me resultan igual de irritantes y tienen también un trasfondo político y patriarcal... )

      Las personas tendemos a leer lo que necesitamos en el momento para calmar nuestras consciencias y nuestros miedos y sentir que estamos haciendo las cosas bien, más allá de que sea cierto o no. Y dejamos de preguntarnos algo tan sencillo como ¿acá donde estoy, estoy bien de verdad? ¿ Le estoy haciendo bien a los demás? Hacerlo sin dejarnos influenciar tanto por el palabrerio de moda.

      Y, si bien creo en la pareja estable, lo hago siempre que haya respeto. En ese sentido, me parece bien que hoy haya tolerancia casi cero en ese aspecto, por más que entonces, ante los ojos sociales, la no permanencia se interprete como inestabilidad...Como mujer, te aseguro que durante siglos nos hemos quedado en un lugar de infelicidad constante en pos de que "es lo noble", "es un sacrificio que será premiado", "es de mujer fuerte", "es por la familia". Tantos años de dolor silencioso tienen consecuencia en las nuevas generaciones....No admiro a las mujeres que estuvieron 70 años casadas en un matrimonio colmado de humillaciones, como si fuera un logro.

      De lo lugares malos y humillantes, hay que correrse, más allá de las ideologías. Las revoluciones sociales e internas se trataron siempre de eso: aplicar los cambios necesarios ante las incomodidades e infelicidades constantes.

      Un gusto leerte a vos también. ¡Gracias por compartir!

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    2. Querida Cari. Recién te leo y la verdad que solo me queda decirte que admiro tu forma de expresarte y los dos textos que leí fueron como un espejo en los que me vi reflejada. Qué placer encontrarte en este camino. Al llegar al final del texto casi casi exploté en lágrimas porque esa canción junto con toda la música de la Gran Dolores O'Riordan ha sido siempre fuente de paz para mi alma. Asi como fue leerte. Estoy feliz! Gracias ser parte de mi camino.

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