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Vivir a través de los demás


Así estamos a veces. Horas y horas delante de la pantalla mirando películas, redes sociales, youtube o alguna de nuestras series favoritas. Series tan atrapantes, adictivas... Y, a través de muchas de ellas, nos transportamos a mundos épicos, paisajes de ensueño, espacios de lucha, dramas sin precedentes, universos paralelos y entornos cargados de acción. 

Por largos instantes de nuestras vidas nos traspolamos a la piel de otros y casi que sentimos lo que ellos sienten: sus amores y desamores, sus peleas y búsquedas existenciales, los olores, texturas y panoramas de su hábitat y entorno cultural. Así, nuestro cuerpo entra en pausa, permanece en un estado inanimado y absorbe un sinfín de estímulos que disparan emociones que nos abre la mente a otras posibilidades, nos libera, nos purga, nos ayuda a hacer catarsis de nuestra propia realidad. 

Por momentos, esa "magia" de la ficción me resulta necesaria para poner en pausa nuestra mente y, por unas horas, tan solo vivir a través de los demás, pero, otras veces, me pregunto si no es demasiado.  
Si no pecamos en caer en una sobredosis de vivir a través de los demás... Porque ahí estamos nosotros, inactivos, tantas veces encerrados entre cuatro paredes dejando pasar nuestra vida y sobrecargándonos con el relato de otras. Vidas en general ricas, que experimentan aventuras, que viajan, que son protagonizadas por personas bellas que atraviesan relaciones inolvidables, diálogos memorables y conocen lugares increíbles... Que la pasan bien o mal, pero viven; viven intensamente dentro de esas tramas tan adictivas. 

A diferencia de los libros, para mí, las series y las películas nos brindan todas las imágenes ya servidas y, bloquean así nuestra capacidad para la imaginación: no es necesario que estimulemos nuestra mente para pintar en ella las montañas, los océanos, las ciudades y los rostros de los relatos; las series y películas hacen el trabajo por nosotros. Recuerdo que, de chica, cuando leía un libro me iba anotando en mi memoria aquellos lugares que me había imaginado para conocerlos alguna vez y, por suerte, en varios casos tuve la oportunidad maravillosa de hacerlo.  Siento que los libros, a diferencia de las pantallas, brindan una mayor estimulación y nos inspiran a la acción. 



Aun así, adoro las historias que se cuentan a través de las pantallas y sospecho que no voy a dejar de verlas, pero, en su caso, a veces creo que su consumo en demasía nos adormece y, que su abuso, es una señal de alerta que nos indica que nos estamos vaciando de vida, de VIDA PROPIA.  

Tal vez sea hora de asomarnos un poco más al mundo y ver qué pasa allí afuera para convertirnos nosotros en protagonistas de nuestras vidas. 

Protagonistas. No en extras, ni actores secundarios. 

Puede ser emprendiendo un viaje a un sitio desconocido, iniciando una nueva actividad creativa, ayudando en alguna causa noble, animándonos a un nuevo desafío impensado como puede ser un deporte alternativo o una danza exótica. Pero tampoco necesariamente debe tratarse de algo así, porque tener una vida intensa no creo que signifique únicamente escalar montañas imposibles y volar a lugares exóticos; no, creo que, a veces, se esconde en los lugares más sencillos: salir a descubrir un barrio nuevo en nuestra ciudad, cocinar con nuestros seres queridos, jugar con nuestros hijos, sobrinos, nietos un poco más, levantar el teléfono y llamar a los amigos más seguido para verlos... En las pequeñas cosas de la vida, estoy convencida de que se ocultan maravillosas experiencias, sensaciones, emociones, conversaciones y aventuras. 



Y creo que, en esa actitud de tomar las riendas, de animarnos a las pequeñas y grandes acciones, también se esconde la llave para tomar coraje y lanzarnos hacia la realización de emprendimientos propios y llegar a cumplir muchos de nuestros sueños.  Lo creo, porque considero que es a través de los estímulos de una vida en acción, ya sean pequeños o grandes, que se llega a las metas. Porque la vida real y vivida, viene con conversaciones, colores, tactos, músicas, paseos y olores que nos estimulan las ganas y las ideas. 

Lo que no me cabe ninguna duda es que, para todo ello, necesitamos menos pantallas y más salir a hacer, salir a experimentar, salir a absorber, salir a protagonizar. Salir a vivir de verdad. 

Me despido con este maravilloso tema de una gran banda:



Ustedes, ¿siente a veces que viven demasiado a través de la pantalla... a través de los demás?

Beso,
Cari
     

Comentarios

  1. Hola Carina

    Como siempre muy bueno tu texto.

    Es así, es otra faceta de la vida moderna de la sociedad de consumo y placer inmediato, en la que muchos buscan su confort momentáneo y se encierran. Se pierden de vivir un montón de cosas lindas y otras que no lo son, pero que es la vida de verdad. Todo por distraerse y escaparse un rato de su vida cotidiana.

    Y lo hacen en los únicos momentos de ocio que tienen. Porque la tecnología no nos dió mas tiempo de ocio, sino que logró que menos gente sea necesaria para trabajar la misma cantidad de horas, o más, por un poder adquisitivo menor gracias a todos los que se quedan afuera.
    En todo caso, lo que se abarató, es el entretenimiento. Encerrarte a mirar series todo el día un mes, cuesta lo mismo que 1 kg de carne...jaja.

    En el libro que te recomendé la vez pasada, "Amor líquido", el autor menciona que la casa de la familia moderna es una serie de bunkers individuales multimedia, donde cada uno se aísla en la suya.

    Es lamentable, pero bueno, no todos tienen la capacidad o la inteligencia o el valor de vivir una vida de verdad. Y tampoco están dispuestos a realizar el esfuerzo mental de leer un libro, no es el máximo confort que pueden obtener.
    Por otro lado, estas personas dejarán de ocupar lugares comunes donde otros que no somos así nos moveremos con más agilidad. Una librería, un gimnasio, un bar, una discoteca, un curso, ya serán lugares de encuentro para quienes viven una vida de verdad y no se colmarán del resto. En eso soy optimista.

    Nicolás

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    Respuestas
    1. Hola! Coincido con tus palabras... Es que a veces la vida duele y preferimos las anestesias. Escribí algo sobre eso en un post que titulé ¿Vivimos confortablemente adormecidos?
      Me llama la atención lo que decís de "nos moveremos con más agilidad", porque no se colmará del resto... yo creo que es algo más bien que durará una época (no generacional, porque hasta los más adultos están pegados a las pantallas... a veces de manera más extrema). Tal vez, como suele suceder, puede que surja una nueva camada de personas que se revele, se contecte más y que las cosas cambien. No lo sé... pero tal vez. Saludos!

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  2. Hola Cari!
    Este post me hizo reflexionar sobre mi vida, lamentablemente yo paso mucho tiempo mirando redes sociales. Lo peor es que es durante el fin de semana, de lunes a viernes sí tengo un poco más de vida propia. Estoy llena de proyectos pero me faltan ganas para concretarlos (pienso en salir a comprar materiales un sábado a la mañana y me parece la peor idea del mundo, jaja). En fin, gracias por hacerme pensar sobre eso.

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    Respuestas
    1. Hola Romi... bueno, es un poco como dice Nicolás arriba: lo peor es que estamos ocupando en las pantallas y redes nuestro tiempo de ocio. No pienses tanto en las acciones en sí (comprar materiales, por ejemplo), levantate y hacelo; hacelo como si fueran tan importante como ir al médico por una urgencia... porque tus sueños tienen el mismo valor que tu salud. Después te vas a sentir muy bien!
      Esa secuencia repetila con todas las cosas que quieras hacer y te cuestan... un día creo que te vas a levantar tan involucrada en tus proyectos, que las redes habrán tomado un segundo plano de manera natural...
      Beso grande!

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