Paz. Miro a mi alrededor y a veces me cuesta encontrarla. Hay días en que veo mucho conflicto, veo guerra.
Y no hablo de las guerras armadas, aunque podría hacerlo... Esa vergüenza y ridiculez de la mente humana exhibida en todo su esplendor; la sed de poder de unos pocos inmaduros que exponen a la sociedad a un obedecer o morir y que en su camino lo destruyen todo... más espíritus que cuerpos. Pero no, no hablo de esa guerra... ¿O sí?
Hablo de la otra; de la fundacional. De la provocadora de efectos dominó de destrucción masiva emocional. De aquellas armas invisibles que adquirimos en tiendas fantasmas que jamás se funden; no lo hacen, porque pareciera que siempre estamos a la defensiva, dispuestos a equiparnos de artillería pesada para conquistar el amor, el éxito, huirle a la muerte y espantar a la soledad.
Hace unos días, vimos a una mujer de unos 35 o 40 años, muy bien vestida, sentada al lado nuestro en la barra de un restaurante. Con su celular alta gama le enviaba mensajes de audio a amigos invisibles. Cada tanto, simulaba que la llamaban y mantenía conversaciones en el aire; del otro lado, se oía sólo música proveniente de su Spotify activado. Minutos más tarde, comenzó a chatear consigo misma... escribía y escribía y nadie contestaba: todas las líneas se veían de un mismo color, pero ella hacia pausas, se reía a carcajadas, se enojaba y a mí me dio una vergüenza infinita mi actitud de haberle espiado su universo de fantasía, su construcción de amigos y su anhelo por demostrar que en ella había éxito de vida, jamás aislamiento ni soledad.
El bartender nos hizo un gesto de "está loca" y mi corazón se contrajo, afligido. ¿Realmente su mente habría desvariado o sería que había entrado en un estado extremo de guerra consigo misma, una que la había llevado a perder el rumbo de su propio ser en esta sociedad?
En algún lugar, en algún momento, su paz interior se habría extraviado. Y, lejos de estar en serenidad con su situación de vida, su alma intranquila salió al mundo a mostrar una fachada, una construcción inexistente de un ideal. Ella se hizo con las armas que pudo en una sociedad exigente y exitista; tal vez fuera locura, pero tal vez, en menor o mayor medida, todos somos un poco así. Fingimos para los demás.
Entonces recordé esa vez, cuando una amiga que me había contado que vivía en guerra con su pareja, me dijo: "Lo único que hacemos es pelear"; "¿Y por qué no se separan?", le pregunté. "No sé", me contestó. Hasta el día en que descubrió el por qué y me lo reveló, maravillada: "Resulta que con mi terapeuta descubrí que no tenía nada en común con él, pero que representaba todo lo que estaba bien socialmente: culto, buen mozo, con estudios, con un buen trabajo, misma religión... en fin, pero no teníamos nada en común, salvo pelear. Las peleas eran los momentos que nos unían; instantes que mataban nuestro aburrimiento y sensación de soledad y prolongaban la fachada que queríamos mantener".
¿Acaso no son otras formas de locura que todos alguna vez sostuvimos? Otras formas de fingir... otras fachadas.
En el caso de mi amiga, lo más hermoso llegó después: en su camino de autodescubrimiento y de transitar una vida sincera, puso energía en sus sueños, en sus emprendimientos que su ex pareja catalogaba de "irreales". Hizo sus valijas, eligió irse a vivir a su lugar en el mundo, trabajó incansablemente en su objetivo laboral y hoy, más allá de las dificultades que siempre nos trae la vida, dejó el estado de guerra y encontró su propia paz.
Paz interior. Paz que creo que no necesariamente otorgan los manuales de meditación, de espiritualidad, de vida sana, ni ningún otro del buen vivir; simplemente porque el buen vivir tiene un significado diferente para cada ser humano y, seguir manuales de soluciones enlatadas tal vez pueda ayudar en algún sentido, pero también puede ser que resulte continuar con la compra de armamento defensivo en tiendas invisibles y perpetuar el juego de la fachada.
Porque para unos, vivir bien y en paz, será vivir al extremo, corriendo maratones y escalando montañas; para otros, será decir que no a una salida y quedarse en la tranquilidad del hogar, con una taza de té y un libro en mano. En algunos, significará un espacio en donde puedan ayudar a los que menos tienen, a los enfermos, a los sin hogar; para otros, viajar por el mundo, conocer nuevas culturas y no atarse a ningún lugar...
Ninguna elección es peor que otra mientras no nazca desde la malicia, mientras sea auténtica y surja de nuestro deseo verdadero.
En definitiva, creo que, para todos, la paz interior significa dejar de fingir, soltar mandamientos, abandonar las fachadas, serse fiel. Ser real.
De lo contario, sospecho que la tensión en nuestro espíritu será constante; estaremos en guerra eterna con nosotros mismos y con el mundo. Algo que, definitivamente, tiene un efecto dominó y afecta todo lo que tocamos.
Tal vez sea hora de apostar a una verdadera paz interior, sea cual fuere el camino que nos lleve a la misma, para colaborar con la verdadera paz en el mundo.
Me despido con este tema... de niña, me ponía el disco de vinilo de mis padres – que aún conservo como herencia – y bailaba esta canción como loca; siempre me fascinó Supertramp y la voz de Roger Hodgson. Imperdible tema y letra.
Ustedes, ¿pelean cada día por lograr su propia paz interior?
Beso,
Cari
No conocía tu blog Carina, sumamente interesante. Me tendrás entre tus lectores. Gracias!
ResponderEliminarFlavio
Gracias a vos por acompañar, Flavio! Me alegra de que te haya gustado. Saludos y buen miércoles!
EliminarExcelente...inspirador.
ResponderEliminar.gracias !!! Patricia
Qué lindo que te haya parecido inspirador, Patricia. Beso y gracias a vos por tus palabras!
EliminarLeí varios artículos de Cari, la verdad, me resulta inmensamente maravilloso el nivel de sabiduría en cada expresión. Felicitaciones y por favor no dejes de escribir.
ResponderEliminarQué lindo que te llegue y gracias de todo corazón por tan bellas palabras. Espero que la escritura me acompañe por siempre!! Beso!
EliminarHola Carina
ResponderEliminarRecién terminé de leer "Amor líquido" de Zygmunt Bauman, un libro excelente que habla sobre las relaciones entre las personas, de lo superficiales que se han vuelto y de cómo las personas con las que nos relacionamos se van convirtiendo en una suerte de artículos de consumo.
Estar en pareja, si la estás pasando mal y sólo discutís, no tiene sentido. Una relación de verdad no es eso.
También pienso que hoy en la sociedad se ve como persona exitosa a alguien que se rodea de "buenas" relaciones, y de cierta popularidad pero que no se compromete mucho con nadie.
Que está siempre "a full" haciendo relaciones públicas, como la que describís en la nota. Y si no tienen esa vida la fingen. Así como fingen su nivel socioeconómico y otras actitudes muy penosas.
En mi caso particular, no encuentro la paz interior de verdad quedándome en mi casa, mirando series y con un buen vino...o con un buen libro... Aislándome en mi confort individual momentáneo, no soluciono nada. Es una vida deprimente, en mi opinión personal. Tengo que sentirme muy mal para que ese sea mi plan. La soledad a veces es necesaria, pero no como proyecto de vida.
Y cada vez mas gente lo hace. Puede ser seguro para quien no sabe relacionarse, o tiene miedo de los demás.
Yo encuentro la paz interior hablando de cosas que realmente me importan con mis seres queridos (no de las cosas que me voy a comprar), y sobre todo cuando estoy en pareja con una persona que me quiere. Creo que no hay nada más lindo que eso, llegar después de una dura jornada de trabajo y hablar con alguien...los besos...hacer el amor...y demás.
Hay otras cosas que traen paz con uno mismo, como trabajar de lo que a uno le gusta (dentro de lo posible), no vivir situaciones de inestabilidad económica permanentemente, hacer algún deporte, etc. Pero todo ese bienestar se puede alcanzar con alguien que te acompañe, si es una persona que te quiere nunca va a ser un obstáculo. Estar en pareja no es una pérdida de libertad, es un apoyo en todo caso.
Escribo estas líneas porque creo que cada vez más se está alentando a la gente a que se quede sola, y se pierden un montón de cosas lindas.
Este blog me lo recomendó una mujer muy linda que conocí. No se dió la relación que me hubiera gustado tener con ella, y es ávida lectora tuya.
Amo la música de los 80, el tema que pusiste en la nota lo conocí escuchando Aspen mientras estudiaba Ingeniería.
Saludos
Nico
Hola Nico, gracias por compartir tu reflexión... Sí, conozco la obra de Bauman, no leí ese, aunque si textos anteriores de él.
EliminarJustamente, en otras entradas que publiqué, hablo de las construcciones que tenemos en esta sociedad sobre lo que es el éxito.
Sinceramente, creo que no existen fórmulas para la paz interior, porque nuestras infancias, nuestras conexiones primarias con la familia, el amor o su carencia, los amigos, la naturaleza... son tan diversas, que nuestras búsquedas se vuelven diversas (o se anulan, se adormecen). Pero sí estoy convencida de que lo que te la quita, es forzarse a ser alguien que no sos, tan solo porque las recetas, la sociedad exitista o las tendencias lo marcan.
Yo disfruto muchísimo de un buen libro y una copa de vino, o un té calentito. Ese refugio de la lectura me dio paz desde la infancia y, a veces, lo necesito como el aire. Como escribir...Si me lo sacaran, perdería la alegría y la tranquilidad en mi mirada.
El punto no es hacer una oda a la soledad como fórmula, la cuestión es serse sincero, actuar sin construcciones y no evadirse... no tapar nuestras emociones.
Tal como te pasa a vos, tener largas charlas con mis seres queridos, también me llena de paz, me enciende el alma, me motiva y me hace sentir colmada... las personas tendemos a confundir libertad con entrega...uno puede entregar su corazón, sin bloqueos ni muros, al amor romántico y de amistad y eso no significa para mí ceder libertad, esencia, identidad.
Todos los días, con mi pareja, salimos al mundo a pelearla como la mayoría, pero al caer el sol, es casi ritual que nos reencontramos y nos sentamos en el patio a charlar y mimarnos, en ese sentido me sentí identificada con vos. Pero sé que es algo que disfruto al extremo, porque también trato de respetar otros aspectos que conforman mi esencia y me brindan paz.
Pero sí, "La felicidad se vuelve real cuando es compartida".
Qué lindo que te hayan recomendado el blog. Saludos a tu amiga! (y qué lástima que no funcionó...) subo todo lo que escribo acá y más a Escritos Carina Durn :)
Te deseo todo lo mejor y gracias por compartir!