“En mis 47 metros cuadrados me siento más libre que antes, cuando podía circular con mayor libertad” , me confesó Flor con una gran sonrisa y sin titubear. ¡Vaya paradoja!, pensarían muchos, pero, curiosamente, no era la primera vez que había escuchado una sentencia semejante en estos últimos días, en estos tiempos extraños de una cuarentena inédita que impacta a cada espíritu de manera desigual. Es que claro, dependiendo de cuál sea nuestra situación socioeconómica, el tono de nuestras luchas diarias y los propios tratos con los ángeles y los demonios que nos acompañan más intensos que nunca, el espejo nos devolverá verdades asombrosas que hablan de nuestras elecciones de vida; hoy, en esta calma forzada y sin escapes posibles, en unas cuantas almas emergerá aquello que en nuestra rutina ordinaria intentábamos negar. “¿Por qué te sentís más libre?”, le pregunté curiosa. “Porque ahora trabajo con la misma productividad, pero desde casa y sin las horas perdidas de viaje ...
En el día a día, a veces es un desafío mantenerse fiel a uno mismo, a la propia esencia e identidad. Lo urgente opaca lo importante y, sin darnos cuenta, corremos el riesgo de aplazar nuestros proyectos, dudar acerca de quiénes somos y cuáles son nuestros verdaderos objetivos de vida. En este espacio propongo que tomemos las riendas, reafirmemos nuestra identidad y nos animemos a abrazar la vida para avanzar hacia nuestros sueños con paso pequeño o grande, pero decidido y lleno de amor propio.