“Lo bueno llega solo, simplemente hay que estar atento . Creo que e n la vida hay que dejar que las cosas fluyan”, escuché decir el otro día y, sin más, esa noche me fui pensando en esa palabrita: fluir. Cuando pienso en fluir inevitablemente imagino un río más bien estrecho y rápido. Se origina en el deshielo que lo ve nacer y corre decidido entre subidas y bajadas, entre piedras apenas perceptibles y rocas que casi lo coartan, pero sigue, avanza, no se detiene hasta llegar a su destino amplio para fundirse en un descanso de aguas mayores, donde ya no precisa avanzar decidido, simplemente puede dejarse balancear en paz por el viento que sopla sobre el mar. Creo que, entre frases hechas, fiaca y positivismo edulcorado , a veces caemos en confundir el sentido de las cosas. Personalmente, y como expresé en tantas otras ocasiones, soy una convencida de que en la vida hay que moverse, h...
En el día a día, a veces es un desafío mantenerse fiel a uno mismo, a la propia esencia e identidad. Lo urgente opaca lo importante y, sin darnos cuenta, corremos el riesgo de aplazar nuestros proyectos, dudar acerca de quiénes somos y cuáles son nuestros verdaderos objetivos de vida. En este espacio propongo que tomemos las riendas, reafirmemos nuestra identidad y nos animemos a abrazar la vida para avanzar hacia nuestros sueños con paso pequeño o grande, pero decidido y lleno de amor propio.