Entre la sensatez y los sentimientos, hay momentos en que mi danza espiritual se transforma en un baile arrítmico, alocado, frenético. Y entonces, inevitablemente, esos océanos que habitan en mí provocan contracorrientes, choques de aguas eufóricas que generan olas tan inmensas que se vuelven indomables para mi alma. Es ahí es ahí cuando pierdo el control y todo desborda. Todo explota. Todo llora. Sucede por ese maldito enojo contenido, esas palabras no encontradas, ese querer suavizar la vida para mantener en pie el castillito mío llamado paz a capa y espada, cueste lo que cueste. Pero detrás de los muros que protegen mi fortaleza no hay aire, hay emociones, y las emociones son como el agua, SON AGUA. Y el agua trae la vida y la muerte, el agua contiene ira y tranquilidad. Con ciertos vientos el agua crece o baja. Y en crecida empuja, implacable. Entonces, aque...
En el día a día, a veces es un desafío mantenerse fiel a uno mismo, a la propia esencia e identidad. Lo urgente opaca lo importante y, sin darnos cuenta, corremos el riesgo de aplazar nuestros proyectos, dudar acerca de quiénes somos y cuáles son nuestros verdaderos objetivos de vida. En este espacio propongo que tomemos las riendas, reafirmemos nuestra identidad y nos animemos a abrazar la vida para avanzar hacia nuestros sueños con paso pequeño o grande, pero decidido y lleno de amor propio.